La ansiedad por separación canina es una emoción, que no sólo presenta respuesta vivencial, conductuales y cognitivas, sino que también refleja cambios fisiopatológicos orgánicos productos de un estado de hiperactividad y alerta prácticamente permanente. Hace referencia a un estado emocional
negativo, caracterizado por la anticipación de una amenaza, peligro o daño para el animal.
Señales de ansiedad por separación canina
En la ansiedad por separación canina vemos ciertos comportamientos que se presentan cuando el perro
es apartado se sus propietarios. Se observan destrucciones de mobiliario, vocalizaciones,
micciones y defecaciones dispersas en la habitación, a veces vómito. Estas manifestaciones podrán
tener lugar tanto cuando los propietarios están ausentes de su casa. Como durante la noche/día
cuando estén en una habitación diferente a sus dueños y no logren encontrarse con ellos.
Hiperapego
Estos perros con ansiedad por separación canina son descritos como “muy pegajosos”, porque siguen a uno o varios miembros de la familia, incluso el perro podría intentar entrar a la ducha con ellos.
Además, se ha visto que los perros afectados buscan permanentemente el contacto con uno o varios de los miembros de la familia (puede ser también otro animal), en ciertas investigaciones se ha
observado que estos perros organizan todas sus actividades alrededor de esta persona/animal y
sólo encuentra el sueño si esta contra ella, esto se trata de un estado de hiperapego.
Apego de los cachorros durante su desarrollo
Cuando una hembra canina tiene una camada esta se convierte en su ser de apego que es un polo
tranquilizante para desarrollar todos sus comportamientos. El cachorro al llegar a la pubertad, la
madre canina empieza el proceso de desapego, un proceso completamente natural y normal, que
es que el cachorro empiece a explorar por si mismo sin necesidad de que siempre este
acompañado por su ser de apego.
A veces pasa que al ser adoptado un cachorro a la edad de 2-3 meses aun esta en el proceso de apego, empezando a gemir y pedir atención al recién llegar a su nuevo hogar, y un miembro de la familia asume el rol del ser apego que antes era la madre canina generando un nuevo lazo de apego en el cachorro.
El problema es cuando el cachorro llega a la pubertad y no se realiza el desapego normal que hace la madre canina, por lo que se sigue con el lazo de apego siendo incluso este aún más complejo llegando a generar un hiperapego que este lleve a una ansiedad por separación.
Esto no quiere decir que todo perro que tenga hiperapego va a tener por consecuencia ansiedad
por separación canina. Se ha visto que los perros con ansiedad por separación manifiestan estados de
hiperapego.
Estas manifestaciones destructivas sobre el mobiliario, lejos de ser signos de
venganza o consecuencias del aburrimiento generado por la soledad, no son más que
manifestaciones del comportamiento exploratorio exacerbado, ya que el perro busca por todas
partes la presencia del ser de apego.
A menudo en las destrucciones se ven preferencia hacia objetos que son particularmente muy queridos por los propietarios, y es debido a que el perro ha asociado esos objetos con la presencia de la persona. Además de las destrucciones, se debe hablar de los rituales de salida y de llegada.
Rituales de salida y de llegada
Esta interacción es inicialmente creada por los propietarios que ven en ello un modo de apaciguar a su perro para que no se vengue del abandono cotidiano, cuando la mascota sufre de ansiedad por separación canina.
En los casos de los rituales de salida, estos son comportamientos que realizan los dueños para evitar llantos o gemidos de parte del canino, llegando incluso el dueño a salir a escondidas para evitar estos sonidos. Ante esto el perro empieza a notar ciertos comportamientos en su ser de apego, que le van a generar fenómenos de anticipación cada vez más marcados.
El ritual de llegada puede presentarse bajo dos aspectos. Uno de ellos es el famoso ritual de fiesta, y es un típico caso de mala interpretación del comportamiento canino. Los reencuentros desencadenan un estado de excitación caracterizado por la producción de una actividad motora incoordinada, tratándose de una simple descarga afectiva. Conocido culturalmente que el perro festeja el retorno del propietario.
Esta reacción se recibe como una demostración de placer y se premia con una recompensa de acuerdo con el carácter caluroso de ese momento. En los perros con hiperapego esta reacción será exagerada y tendrá por consecuencia un sentimiento de culpabilidad en el propietario, quien intentara demostrar su amor a su mascota canina “abandonada” siendo extremadamente cariñoso.
El otro aspecto que sucede es las mascotas que sufren de ansiedad por separación canina, es que al regreso de sus propietarios presente manifestaciones de culpabilidad que serían debidas a la consciencia que tiene de haber cometido una falta, causando destrozos en las habitaciones o bien aullando.
Estos signos de culpabilidad son percibidos por los propietarios como una llamada al castigo “sabe que ha hecho mal, pero lo hace igualmente, seguro que es para molestarnos”. Entonces el perro recibe correcciones en forma de castigo, los propietarios comentan con enojo lo que han hecho durante su ausencia y cuanto trabajo le va a costar limpiarlo.
Normalmente se cometen errores en la interpretación, debido a la falta del conocimiento del comportamiento canino, ya que aquí el perro está manifestando señales de apaciguamiento que responden a las señales de amenaza emitidas inconscientemente por sus propietarios.
Terapia comportamental
Para tener un buen tratamiento para controlar la ansiedad por separación canina de nuestro regalón, lo mejor es asesorarse por una médica veterinaria etóloga para que evalúe a nuestra mascota y decida su tratamiento.
Mientras lo que podemos ir haciendo como dueños responsables es ir conociendo a nuestra mascota y reconocer cuales son nuestros comportamientos que generan anticipación en nuestra mascota. Estos comportamientos pueden ser momentos muy básicos y cotidianos, por ejemplo, tomar las llaves de la casa, colocarse los zapatos o mascarilla (por la pandemia), cambiarse de ropa, etc., y que lleven a un ritual de salida.
Ya reconociendo que situaciones generan cierta ansiedad por separación canina en nuestra mascota, podemos ir trabajando en desensibilizar estos momentos. Aquí lo importante es tener paciencia y ser constantes en nuestro trabajo con nuestra mascota.
Cómo desensibilizar los rituales de salida
El primer paso es tenerlos identificados. Lo segundo es tener premios que le gusten a nuestra mascota. Ya logrando esto, en un día normal y tranquilo en nuestro hogar en cualquier momento del día ocuparemos una de las cosas que generan anticipación y trabajaremos con él.
Vamos a usar de ejemplo tomar las llaves de la casa. Supongamos que dejamos nuestras llaves colgadas en la pared. Cada vez que las tomamos para salir, notamos que nuestra mascota se pone a gemir ansiosamente, a correr por todas partes buscando por donde salir y poder ir con nosotros.
Tenemos completamente identificado que tomar las llaves le genera ansiedad a nuestra mascota, lo que debemos hacer en un día cualquiera que estamos en casa es lo siguiente: Primero vamos y nos acercamos a las llaves y simplemente las tocamos y vemos la reacción de nuestro perro y nos volvemos a sentar.
Si notamos que nuestro perro nos presta atención, gime ansioso, pero al vernos volver a sentarnos se calma, podemos premiarlo (los premios no deben ser necesariamente comida, pueden ser palabras positivas o cariños). Así vamos a ir haciendo varias veces en el día este primer paso.
El segundo paso es aumentar el nivel, ahora no solo tocamos las llaves, sino que las agarramos, la sacamos de la percha y la volvemos a colocar. Si notamos que con esos movimientos nuestro perro gime aún mas y comienza a buscar por donde salir, debemos volver a sentarnos y solo premiar cuando se encuentre calmado.
Podemos ir repitiendo estos ejercicios, e ir aumentando de nivel, en el día máximo unas 3 veces y en diferentes horarios para que nuestra mascota pueda relajarse y disfrutar de su día con normalidad. Puedes incluso al final del día darle algún premio para roer con el que pueda relajarse y bajar sus niveles de ansiedad.
El otro ejercicio que se puede realizar es que al salir dejar alguna cinta u objeto que el perro pueda asociar a que vas a volver pronto. Esto se va logrando de a poco y no funciona en seguida. Se debe primero elegir el objeto, el cual va a ser colocado cada vez que salgamos en la puerta. La primera vez que hagamos el ejercicio va a ser, ponemos el objeto en la puerta, y salimos por ella, antes de siquiera escuchar a nuestra mascota llorar/gemir/ladrar/aullar volvemos a entrar. Y así vamos, poco a poco, aumentando el tiempo que vamos a estar afuera.
Siempre se debe empezar con el tiempo más mínimo (1 segundo, por ejemplo) e ir aumentando de a poco el tiempo, siempre que veamos que nuestra mascota ya se acostumbró al tiempo anterior.
Cómo desensibilizar los rituales de entrada
Muchas veces son difíciles de lograr. Mas que nada toma bastante autocontrol por nuestra parte más que de nuestra mascota. Si tenemos la fase de fiesta, debemos simplemente llegar y no prestar atención a nuestra mascota hasta que muestre un estado de calma, esto puede ser diciéndole que vaya a sentarse al sillón o su cama y que nos espere ahí mientras nosotros terminamos de hacer nuestra llegada (dejar nuestra mochila/cartera/bolso, sacarnos los zapatos, etc.). Y cuando ya vemos que se encuentra calmada, procedemos a saludarla.
Si en cambio tenemos la fase de culpabilidad, simplemente debemos no retarla en el momento. Decirle que vaya a sentarse a su lugar de siempre, con voz calmada y neutra, y recoger los destrozos. Esta es una de las partes más difíciles, pero debemos tener en cuenta que los castigos deben darse en ciertos contextos, y en este momento no están recomendados.
Si crees que tu mascota demuestra alguno de los síntomas de la ansiedad por separación canina descritos puedes tomar una consulta con una veterinaria etóloga para comprobar y reafirmar la sospecha y que tenga un correcto tratamiento.
Autor: Javiera Andrade, Médico Veterinario, Universidad de Chile